A efectos prácticos (es decir, en el día a día), se podría decir que no hay diferencia entre estar separado o estar divorciado. Tanto en un caso como en el otro, los cónyuges dejan de estar obligados a vivir juntos, con los efectos que ello conlleva.
Sin embargo, legalmente existen diferencias importantes entre la separación y el divorcio que conviene conocer antes de tomar una decisión. Te explicamos de cuáles se trata.
¿Qué diferencias hay entre separación y divorcio?
Existen dos diferencias fundamentales entre estar separado o estar divorciado:
1. Efecto sobre el vínculo matrimonial
La diferencia más importante entre la separación y el divorcio es que cuando dos personas se separan, el vínculo matrimonial se mantiene. Esto quiere decir que continúan casadas, aun cuando hayan decidido hacer vidas separadas.
En cambio, el divorcio disuelve el vínculo matrimonial. Por lo tanto, los cónyuges dejan de estar casados.
2. La posibilidad de contraer nuevo matrimonio
Esta diferencia se deriva de la anterior. Los cónyuges separados mantienen su matrimonio aunque vivan por separado, razón por la cual, no pueden casarse con otras personas mientras sigan separados, ni volver a casarse entre ellos, puesto que siguen casados.
Los cónyuges que se han divorciado sí pueden casarse con otras personas, e incluso pueden volver a contraer matrimonio entre ellos si lo desean.
Es importante tener en cuenta que estamos refiriéndonos en todo momento al matrimonio civil. Si dos personas casadas por la Iglesia se divorcian, no podrán volver a contraer matrimonio católico, ya que para la Iglesia siguen casadas. Solo podrán hacerlo si obtienen la nulidad eclesiástica o enviudan.
Y tampoco pueden casarse por la Iglesia entre ellos de nuevo, por la misma razón (para la Iglesia, nunca han dejado de ser un matrimonio).
¿Qué es mejor el divorcio o la separación?
En realidad, no se puede decir que ni el divorcio ni la separación sean mejor. Como hemos visto, ambas se diferencian en si se mantiene o no el vínculo matrimonial y, por lo tanto, en si es posible casarse de nuevo.
Así pues, para cada pareja será mejor separarse o divorciarse en función de cómo vean su situación. Si se trata de una crisis importante por la que los cónyuges prefieren hacer vidas separadas, pero su intención es intentar que la situación termine arreglándose, es mucho mejor separarse.
Hay que tener en cuenta que una vez que una pareja se separa, cesa su obligación de vivir junta. Pero si se reconcilia, tan solo tiene que comunicarlo a la autoridad judicial, y la separación finaliza. En cambio, si se hubieran divorciado, tendrían que volver a casarse. Otro caso en el que una pareja puede optar por separarse en lugar de divorciarse es por sus creencias religiosas.
El divorcio es una opción mejor cuando al menos uno de los cónyuges está completamente seguro de que no quiere continuar con su relación matrimonial, y no tiene deseo o ve la posibilidad de reconciliarse con su pareja. Cuando la situación está totalmente clara, divorciarse directamente ahorra tener que pasar por un doble proceso: primero la separación, y después el divorcio.
En conclusión, cada pareja debe decidir si prefiere separarse o divorciarse, según sus circunstancias.